¿Qué figura histórica tuvo la vida más extraña?

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1. Charles Dickens

El autor de libros tan queridos como "Un cuento de dos ciudades" y "Un cuento de Navidad" fue notoriamente inquietante acerca de sus condiciones de trabajo. Mantuvo un horario militar estricto, siempre escribiendo en su estudio entre las 9 a.m. y las 2 p.m. Antes de partir en tres horas de caminata. Dickens exigió un silencio total en su casa durante sus horas de trabajo, y exigió que sus bolígrafos, tinta y una pequeña colección de estatuillas estuvieran dispuestas especialmente en su escritorio para ayudarlo a pensar. El autor llevaba estos talismanes con él dondequiera que viajaba, e incluso reorganizaba los muebles en hoteles y casas de huéspedes para recrear la distribución de su oficina en casa lo más cerca posible. Los extraños hábitos de Dickens también se extendieron a su habitación: solo dormía mirando hacia el norte, creyendo que lo alineaba mejor con las corrientes eléctricas de la Tierra.

2. Beethoven

Ludwig Van Beethoven hizo gran parte de su trabajo mientras estaba en movimiento. Después de un desayuno diario de café, que a menudo contaba obsesivamente con 60 frijoles a mano, el compositor ponía unas horas en su escritorio antes de salir a dar largos paseos serpenteantes. Estos paseos por el campo supuestamente ayudaron a estimular su creatividad, y mientras caminaba, a menudo se detenía para anotar algunas medidas de música en un gran cuaderno de bocetos. Si las notas tardaran en llegar, podría copiar el trabajo de otro compositor para estudiar su técnica. Beethoven también puede haber compuesto mientras se baña. Según su secretario, Anton Schindler, a menudo paseaba por su habitación y repetidamente vertía jarras de agua sobre sus manos mientras tarareaba y miraba hacia el espacio en "meditación profunda".

3. Marcel Proust

Mientras escribía su mamut en la novela de 3.000 páginas "En busca del tiempo perdido" (también conocido como "El recuerdo de las cosas pasadas") a principios del siglo XX, el escritor francés Marcel Proust vivió en gran parte desde los confines de su dormitorio. Por lo general, no se despertaba hasta las 3 o 4 de la tarde, momento en el que cenaba café y croissants (a menudo su única comida del día) e inhalaba el humo del polvo de tabaco teñido de opio, que creía que ayudaba a su asma. Proust trabajó desde la comodidad de su cama, generalmente mientras estaba apoyado en varias almohadas mullidas. A pesar del ambiente de trabajo aparentemente relajado, el escritor todavía afirmó que elaborar su novela clásica fue increíblemente agotador. "Después de diez páginas", se quejó, "estoy destrozado".

4. Salvador Dalí

Salvador Dalí fue uno de los maestros indiscutibles del surrealismo, una escuela de arte que buscaba aprovechar la mente inconsciente y acceder a los tesoros enterrados de la imaginación. Para ayudar a producir las imágenes alucinatorias de pinturas como "La persistencia de la memoria" y "Cisnes que reflejan a los elefantes", Dalí utilizó trucos mentales para tratar de difuminar la línea entre sus sueños y la realidad. Una de sus probadas y verdaderas técnicas involucró sostener una llave de metal sobre una bandeja de hojalata mientras dormía. Tan pronto como el artista comenzara a alejarse, soltaría la llave y se despertaría, dándole la oportunidad de grabar las imágenes extrañas que habían pasado por su mente. Dali también ideó lo que denominó el método "Paranoico-Crítico", un enfoque creativo que requería que él se convirtiera en un estado paranoico al reflexionar intencionalmente sobre pensamientos extraños e ilógicos. Una vez que los sentimientos de "irracionalidad concreta" lo abrumaban, pintaba las visiones inusuales que producían en su mente.

5. Maya Angelou

El famoso poeta y autor de "Sé por qué canta el pájaro enjaulado" fue famoso por hacer muy poco de su trabajo en casa. Al encontrar la comodidad de su casa demasiado distraída, Angelou eligió escribir en la anónima tranquilidad de lo que ella describió como habitaciones de hotel "diminutas y malas". Por lo general, alquiló las habitaciones durante meses, y llegó temprano en la mañana, armada solo con sus materiales de escritura y una Biblia, una botella de jerez y una baraja de cartas (que según ella ayudó a ocupar su "pequeña mente"). Angelou se aseguró de que las habitaciones fueran lo más libres posible para enfocar su atención, y a menudo escribía mientras se reclinaba de lado en la cama del hotel. En una entrevista con la "Revisión de París", ella confesó que uno de sus codos era "áspero con sus callos" por haber estado acostado durante largas horas cada día.