Hay alrededor de 50 especies distintas de víboras marinas, y todas ellas son venenosas. Viven en abundancia a lo largo de la costa, desde el Golfo Pérsico hasta Japón, y en torno de Australia y Melanesia. Su veneno es diez veces más virulento que el de la cobra. Los seres humanos mordidos por ellas han muerto dentro de las dos horas y media. En 1932, en el Estrecho de Malaca, fue observada, una « masa continua » de víboras de mar, de 3 metros de anchura y 113 kilómetros de longitud.

Las verdaderas serpientes marinas sólo viven en el agua. Se han adaptado a la vida en este elemento y tienen pequeñas cabezas aplanadas que minimizan la resistencia al agua cuando nadan.

El cuerpo de las serpientes marinas se comprime como una adaptación para la natación, y está tan desarrollado para este fin, que cuando emergen a la tierra se desplazan de forma torpe o lenta.

El pulmón de estas especies puede ser tan grande como casi toda la longitud del cuerpo de un ejemplar y, además de la respiración, puede ayudar con la flotabilidad al permitir el almacenamiento de aire para inmersiones prolongadas.

Otra adaptación relevante de estas serpientes para subsistir en el medio acuático son sus colas aplanadas, ideales para el nado, y las válvulas protectoras de sus fosas nasales, que se cierran una vez el animal está bajo el agua.

Las serpientes marinas se despojan de sus pieles con mucha más frecuencia que las serpientes terrestres. Aproximadamente lo hacen cada dos semanas.

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