En la mitología griega, Eurídice era una ninfa de Tracia. Un día Orfeo la conoce y ambos se enamoran. El día de su boda, Eurídice sufre un intento de rapto por parte de Aristeo, un pastor rival de Orfeo. Ella escapa, pero en su carrera pisa inadvertidamente una víbora que le muerde un pie y le provoca la muerte.

Orfeo, desesperado, decide bajar a buscarla al inframundo. Al llegar, pide a Caronte que lo lleve en su barca hasta la otra orilla de la laguna Estigia, a lo que Caronte se niega. Orfeo comienza a tañer su lira provocando el embelesamiento del barquero, quien finalmente accede a cruzarlo al otro lado. De la misma manera convence al can Cerbero, el guardián del infierno, para que le abra las puertas de este. Ya frente al dios Hades, Orfeo suplica por su amada. Hades accede, embelesado, pero pone como condición: que Orfeo no contemple el rostro de Eurídice hasta tanto ambos no hayan salido de los infiernos.

Orfeo atraviesa todo el inframundo en su camino de salida, pero antes de que ella pase por la última puerta Orfeo no puede contener su impaciencia y mira hacia atrás para ver el rostro de Eurídice. En ese momento ella le es arrebatada, se convierte de nuevo en sombra y él es expulsado del infierno, quedando definitivamente separado de su amada.

Sin motivo por el cuál vivir Orfeo vaga por el mundo hasta que es decapitado por las Ménades quienes arrojan su cabeza al río.

Pero la historia dice que aún se puede oír el sonido dulce y suave de su voz.

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