En 1971 la comunidad científica mundial se conmocionó ya que en la cerrada y húmeda selva de Tasaday, al sur de Mindannao, en Filipinas, un cazador nativo tomó contacto con un grupo humano hasta entonces desconocido.

Los tasaday, como fueron bautizados, vivían en pleno siglo XX en condiciones equivalentes a las del paleolítico inferior.

La tribu habita en cavernas y no conoce la agricultura ni la caza. Para vivir simplemente toman lo que la selva circundante les ofrece.

Su menú se compone de frutas, flores, semillas, brotes de palmera y bambú que comen al paso, en el sitio mismo donde los encuentran.

Sólo llevan a sus cuevas las bananas, el biking (un tubérculo similar al ñame) y pequeños animales acuáticos como ranas, cangrejos y peces que asan envueltos en hojas de orquídea o tubos de bambú.

Para encender el fuego utilizan el método más primitivo que existe, hacen girar una varilla velozmente sobre una corteza de árbol hasta que la fricción genera una pequeña brasa.

La herramienta más importante en la búsqueda de alimentos es el kalub, una varilla afilada que les sirve para cavar.

Tienen un anciano líder que hace también de juez, manteniendo el orden entre ellos.

Cuando alguien muere simplemente lo dejan en la selva cubriéndolos con hojas.

Además del uso culinario las hojas de orquídeas constituyen la única vestimenta que, a manera de taparrabo, llevan tanto hombres como mujeres.

Son estrictamente monógamos, sus niños se crían con delicadeza y amor.

Más información: es.wikipedia.org