Existe una frase en economía según la cual todo número, suficientemente torturado, da el resultado, incluso cero. Pero esto no fue así durante muchos siglos en Europa. El cero no se popularizó en Occidente hasta el siglo XIII: lo trajeron los árabes que, a su vez, lo aprendieron de los indios.

Al parecer los primeros en descubrir el cero fueron los babilonios en el siglo III a.C.. Tiempo después, pero al otro lado del mundo, los mayas llegaron al mismo descubrimiento por otros medios.

En cualquier caso, se cree que fueron los indios los primeros que colocaron el cero en un sistema de numeración posicional, es decir 0, 1, 2, 3..., 9, aunque ellos lo escribían con glifos, es decir, signos.

La palabra “cero” proviene de la traducción de su nombre en sánscrito, una lengua clásica de la India, “shunya” que significa vacío. Parece ser que fue Brahmagupta quien trató el cero como un “número”, no como un mero marcador de posición, y mostró unas reglas para operar con él.

Los árabes recogieron esa sabiduría y la aplicación a los números arábigos que conocemos. Posiblemente llegaron a Europa a través del al-Andalus, no en vano "cero" y "cifra" derivan de la palabra sifr del árabe hispánico..

El sistema de numeración hindú-arábigo, que incluyó el cero fue promulgado en occidente por Fibonacci, en su "Liber Abaci", "Libro del ábaco", publicado en 1202. Leonardo de Pisa reconoció el poder del 0. Y usó el nuevo símbolo, pero no como un número al mismo nivel que los otros.

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