Uno de los perfiles más curiosos de la Alta Edad Media europea es el del goliardo, una mezcla entre religioso y juglar. Los denominados clerici vagantes o goliardi pertenecían a los estratos más bajos de la jerarquía eclesiástica y se dedicaban a vagar por los caminos vendiendo su habilidad poética y musical a cambio de limosna.

Parece ser que su origen se sitúa en la corte de Carlomagno y que se esparcieron por Europa durante el siglo X, en la época del emperador Otto el grande, alcanzando en siglo XII su máximo apogeo con Federico Barbarroja.

Los goliardos eran clérigos que buscaban en la poesía juglaresca un medio de vida, que entendemos no encontraban en el seno de la Iglesia, y en ocasiones, una forma de pagar sus estudios, que realizaban a salto de mata hasta que en el siglo XIII al organizarse las universidades sacaron de la calle a estas figuras.

Los goliardos fueron los coleccionistas de Los Carmina Burana (pronunciado /kármina/), también conocido como Códex Buranus o los cánticos de Beuern, son una colección de cantos de los siglos XII y XIII, reunidos en el manuscrito encontrado en Benediktbeuern (Bura, en latín), Alemania, en el siglo xix y que se hicieron conocidos por la cantata homónima del compositor Carl Orff.

El códice es un manuscrito con ilustraciones policromadas fechado antes del siglo XIII y que agrupa cantos o canciones de diversas procedencias geográficas, compuesto por 112 folios en pergamino, con un conjunto de 228 poemas

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