El hielo seco es la forma sólida de dióxido de carbono. Se utiliza principalmente como agente refrigerante, pero también se utiliza en máquinas de humo en teatros para obtener efectos dramáticos.

Fue producido por primera vez, en forma accidental, en 1835 por el inventor francés Adrien-Jean-Pierre Thilorier (1790-1844), quien en sus experimentos, observó que al abrir la tapa de un cilindro grande que contenía dióxido de carbono líquido, la mayor parte del dióxido de carbono líquido se evaporó rápidamente. Esto dejó solo hielo seco sólido en el recipiente.

Pero lo interesante es que no se dio cuenta de que había solidificado el dióxido de carbono hasta que un grupo de científicos de la Academia de Ciencias de Francia le explicó lo que había logrado.

El hielo seco se sublima a -78,5 °C a la presión normal. Este frío extremo hace que el sólido sea peligroso de manipular sin protección contra lesiones por congelación.

Su ventaja es que su temperatura es más baja que la del hielo de agua y no deja ningún residuo, además, es útil para conservar alimentos congelados donde el enfriamiento mecánico no está disponible.

Es muy utilizado en el despliegue de algunas vacunas, que requieren almacenamiento a temperaturas extremadamente frías a lo largo de su línea de suministro.

También es usado para congelar muestras biológicas de laboratorio, bebidas carbonatadas, hacer helados, como compuesto de extintores y evitar que las esculturas y las paredes de hielo se derritan.

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