El famoso cuadro “El niño que llora”, que muestra el triste e inocente rostro de un niño boquirrubio llorando, fue pintado por el pintor italiano Bruno Amadio, nacido en Venecia en 1911 y conocido posteriormente por su seudónimo de Giovanni Bragolin.

El pintor realizó 27 retratos de “los niños llorones”, con imágenes de niños y niñas en primer plano en cara y busto, que muestran un gesto triste y lágrimas escurriéndoles por las mejillas. Se comercializaron por numerosos países del mundo.

Paralelamente, comenzó una leyenda negra, que aseguraba que las pinturas atraían desgracias a quienes las poseían.

Bragolin se ganó el apodo de pintor maldito. Se decía que, frustrado por su nula fama como artista, hizo un pacto con el demonio para que sus pinturas alcanzaran fama. Otros, decían que era un pederasta que abusaba de niños pequeños y después los pintaba llorando. Se hablaba de casas incendiadas donde todo se quemaba, pero el cuadro siempre permanecía colgado en la pared sin un solo rasguño.

Steve Punt, un escritor y cómico británico, investigó la maldición de "El niño que llora" en una producción de la BBC Radio 4 llamada Punt PI.​ La conclusión a la que llegó el programa, es que las pinturas fueron tratadas con un barniz ignífugo, por lo que la cuerda que colgaba el cuadro de la pared era la primera en quemarse, haciendo que el cuadro caiga al suelo y quede protegido del fuego.

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