Los binoculares son instrumentos ópticos que consisten en dos telescopios similares, uno para cada ojo, montados en un solo marco. Permiten ver objetos distantes de forma ampliada y ofrecen una visión en tres dimensiones.

Hans Lippershey fue el primero en concebir los binoculares en 1608. Lippershey, un artesano de Middlebur, unió dos tubos telescópicos para observar objetos lejanos con mayor claridad.

También llamados prismáticos, son un instrumento óptico usado para ampliar la imagen de los objetos distantes, al igual que el monocular y el telescopio, resultando más cómodo apreciar la distancia entre objetos distantes y seguirlos en movimiento.

La evolución de los prismáticos pasó por resolver el rompecabezas de crear un dispositivo que fuera compacto, fácil de usar y capaz de producir imágenes claras y verticales con gran aumento. La solución surgió gracias al uso innovador de los prismas.

Johannes Kepler, astrónomo alemán, introdujo un avance significativo en 1611. Al incorporar lentes oculares convexas y prismas en su diseño, Kepler mejoró el campo de visión y el aumento, pero tuvo que lidiar con el problema de la inversión de la imagen.

Sus prismáticos keplerianos, aunque suponían un paso adelante, eran incómodos y poco prácticos para llevarlos en la mano.

El verdadero avance se produjo a mediados del siglo XIX con Ignazio Porro, un inventor italiano. En 1854, Porro patentó un nuevo sistema de prismas que cambió las reglas del juego.

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