Un ejemplo primitivo de una pistola de rayos es el Rayo calórico que aparece en la novela de H. G. Wells La Guerra de los Mundos (1898).

El artefacto imaginado por Wells es, en realidad, notablemente sencillo. Se trata de una simple caja donde se genera la energía y que es lanzada como un rayo calorífico, de naturaleza fotónica, mediante el uso de un espejo parabólico. El rayo es invisible y lo único que se percibe de él es un destello al ser disparado y sus devastadores efectos incineradores.

Curiosamente, el rayo calórico tiene un antecedente real en el conjunto de espejos diseñados por Arquímedes para repeler la invasión de Siracusa de la flota romana.

En la literatura de ciencia ficción de la década de 1920 ya se menciona al rayo de la muerte. Esto se debe a que los intentos de crear armas de “energía dirigida” de Nikola Tesla avivaron la imaginación de muchos escritores de la época.

En los inicios de la ciencia ficción a menudo se describían a los rayos de las pistolas de rayos como una luz brillante que generaba un fuerte ruido, de manera análoga a los relámpagos o los grandes arcos eléctricos.

Poco después de que se inventara el láser en la década de 1960, estos dispositivos cobraron especial protagonismo en las historias de ciencia ficción. Por ejemplo, los personajes de la serie de televisión estadounidense Lost in Space (1965–1968) y los del episodio piloto The Cage de Star Trek (1964) llevan pistolas de rayos láser.

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