Otto von Bismarck fue primer ministro de Prusia (1862-1873, 1873-1890) y el fundador y primer canciller del Imperio alemán (1871-1890). Como canciller, siguió políticas pacíficas en asuntos exteriores, logrando preservar la paz en Europa durante aproximadamente dos décadas. Podría decirse que utilizó la autoridad y el conservadurismo para unificar Alemania.

Bismarck era una figura imponente. Cuando se convirtió en primer ministro de Prusia en 1862, el reino fue considerado universalmente el más débil de las cinco potencias europeas. Pero menos de nueve años después, Prusia había salido victoriosa en tres guerras, y un Imperio alemán unificado había surgido en el corazón de Europa, despertando la envidia y el temor entre sus rivales.

Cuando Bismarck dejó el cargo en 1890, después de 28 años como primer ministro de Prusia y 19 como canciller del Imperio alemán, el mapa de Europa había cambiado sin medida. El centro europeo, caracterizado por un débil conglomerado de estados pequeños y medianos durante siglos, ahora albergaba la potencia militar e industrial más importante del continente.

Su habilidad le había llevado a 20 años de paz en Europa, lo que le había valido una merecida reputación de moderación. Pero el mayor logro de Bismarck, el Imperio alemán, solo le sobrevivió durante 20 años. Aunque había unido a Alemania, no había logrado crear un pueblo unificado internamente. En este sentido, Bismarck fue uno de los últimos representantes del antiguo régimen.

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