¿Quién fue James Earl Ray?
El 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennesse, un disparo en la cabeza ponía fin al sueño de Martin Luther King. La bala, que le perforó la mejilla antes destruir sus vértebras y quedar alojada en su hombro, había sido disparada por James Earl Ray, un ladrón de poca monta que cargó con el peso de matar al mito y cuyo salto de delincuente a asesino frío y metódico sigue siendo hoy un misterio que inquieta a expertos y familiares del líder de los derechos civiles de los negros estadounidenses.
Nacido al otro lado del sueño americano, hijo de un padre desempleado y de una madre que tenía dificultades para comunicarse al nivel más básico, cuentan los biógrafos que la primera vez que Ray pisó una escuela lo hizo descalzo porque no tenían ni para zapatos.
Con un coeficiente intelectual apenas por encima de la media, su carrera como ladrón fue tan desastrosa que antes de matar a King había pasado ya la mitad de su vida en la cárcel. Para lo único que Ray demostraba cierto talento era para escapar.
A lo largo de su vida, protagonizó varias fugas, algunas tan espectaculares como la que realizó en 1977, cuando consiguió escalar la pared de una prisión junto a otros seis convictos. En uno de estos interludios entre arresto y arresto tomó forma en su mente una idea que llevaba tiempo digiriendo: matar al hombre más famoso de Estados Unidos, y hacerlo sin dejar rastro.
Cuando la policía registró el lugar del que procedió el único disparo, ya había puesto rumbo a Canadá.
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