Las hetairas eran una clase de cortesanas profesionales independientes de la Antigua Grecia que, además de cuidar su atractivo físico, cultivaban sus mentes y talentos en un grado mucho alto de lo que se le permitía a la mujer ática promedio. Entre ellas, había una que se destacaba por su deslumbrante belleza, agudeza y riqueza.

Su nombre real era Mnēsarétē, que significa "conmemorando la virtud", pero era conocida como Friné, que significa "sapo" y parece un insulto, pero el apodo no se debía a sus facciones sino al color oliva de su piel.

Había nacido en el año 371 a.C. en Tespias, pero se mudó a Atenas y, con el tiempo, se convirtió en una celebridad tal que se escondía tras un velo de la vista del público.

"Friné era una mujer realmente hermosa, incluso en aquellas partes de su persona que generalmente no se veían; no era fácil verla desnuda, porque solía usar una túnica que cubría toda su persona, y nunca usaba los baños públicos", cuenta Ateneo. Así, sólo los que pagaban podían verla... en carne y hueso.

Los que no podían darse ese lujo, tenían sin embargo la oportunidad de admirar sus atributos gracias a que era una modelo muy solicitada por pintores y escultores.

Según Ateneo era posiblemente la mujer artífice de su propio éxito más rica de su tiempo. Acumuló tanta riqueza que se ofreció a financiar la reconstrucción de las murallas de Tebas, que habían sido destruidas por Alejandro Magno en 336 a.C.

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