Ptolomeo I Soter (366 - 282 a. C) fue uno de los reyes sucesores del imperio de Alejandro Magno. en 305 a.C., Ptolomeo se proclamó a sí mismo rey de Egipto. Un año antes, su rival Antígono, otro general de Alejandro, había hecho igual y se había proclamado rey en Siria tras sumar este territorio a sus dominios.

Sin duda, Ptolomeo pensaba valerse del prestigio asociado al título de faraón que ahora ostentaba. Pese a su origen griego, Ptolomeo se hizo coronar siguiendo la tradición faraónica y se representó sobre una barca de papiro, capturando a las aves que poblaban las marismas del Delta, en lo que era una metáfora de su dominio sobre el caos y expresión de su deseo de destruir todo mal que acechara a Egipto.

Asimismo, ordenó elaborar una titulatura faraónica propia. Como nombre de trono escogió el de Meriamón Setepenre y Jeperkare Setepenamón, «Amado de Amón, el elegido de Re» y «El ka de Re nace, el elegido de Amón». Estos títulos ya habían sido usados por faraones como Sesostris I y Ramsés II, con los que quizá Ptolomeo deseaba compararse.

Aunque reservó los puestos más elevados de la administración a los griegos, no excluyó totalmente a los egipcios, que ocupaban cargos como los de escribas. Asimismo, el clero mantuvo sus privilegios. Buena prueba de ello es la ya citada Estela del Sátrapa, que recoge una serie de donaciones de tierras a los sacerdotes del templo de Uadyet (diosa cobra protectora de la realeza) en la ciudad de Buto, en el Delta.

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