El estadio de Maracanã tuvo una asistencia record de 199 854 espectadores.

Finalmente, en el minuto 34 del segundo tiempo se articuló otro ataque uruguayo donde Obdulio Varela lanzó un pase hacia Alcides Edgardo Ghiggia, que entregó el balón a Julio Pérez, quien se la devolvió en corto a Ghiggia, que superó al defensa brasileño Bigode, y fingió, como en el primer gol, lanzar un centro ante el portero local Moacir Barbosa. Barbosa cometió el error que marcaría el resto de su vida: dio un paso hacia adelante, seguro que se repetiría la escena de primer gol, y entregó una oportunidad en su primer palo. Ghiggia aprovechó la ocasión y pateó un violento tiro entre el portero y el poste. Anotó así el segundo gol para Uruguay y el estadio quedó en absoluto silencio. Incluso los futbolistas uruguayos quedaron impresionados con el repentino silencio en el recinto, donde minutos antes reinaba la euforia de la afición.

A punto de finalizar el partido, Brasil atacaba con todo su poderío, pero le fue imposible revertir el resultado. Al cumplirse el tiempo oficial, a las 16:45 horas, el árbitro inglés George Reader pitó el final del encuentro, con lo cual estallaba la alegría de los jugadores uruguayos.

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