"Chico mordido por una lagartija" es uno de los trabajos más representativos de Caravaggio (1571-1610). Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo de dimensiones 65,8 x 52´3 cm.

La pintura muestra a un niño con dolor y conmoción, ya que su dedo es inesperadamente mordido por una pequeña lagartija escondida en una fruta. La imagen muestra las marcas del claroscuro de Caravaggio y el realismo físico hasta el niño tiene las uñas sucias como suele ser normal en los niños de la época.

La habilidad de Caravaggio para reflejar la realidad queda fuera de toda duda, pero no deja de asombrar su poder para tomar lo más espontáneo y natural de sus modelos. En esta ocasión, el joven que posa para él ha sido mordido por un lagarto ante lo cual el muchacho reacciona violentamente, contrayendo todo su cuerpo y su rostro en una mueca de desagrado.

La fidelidad y la audacia del pintor al captar tal escena, de importancia argumental mínima, posee sin embargo un tremendo atractivo algo misterioso.

Michelangelo Merisi da Caravaggio fue un gran maestro del tenebrismo, técnica del claroscuro que baña de dramatismo los lienzos al dar luminosidad a un punto que destaca entre los fondos oscuros.

Aunque no haya dejado más que una cuarentena de pinturas, cada una de ellas revela una visión muy personal del arte, una lucha interior, un debate entre luz y oscuridad, y un espíritu innovador capaz de mezclar en una misma escena santidad divina y miseria humana.

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