Sin un buen arquero, no hay campeonato posible. Sin sus atajadas, su coraje y su personalidad, no hubo ni habrá un gran equipo. En la primera Copa del Mundo de Fútbol de 1930, sin lugar a dudas Uruguay tenía un buen arquero: Enrique Ballesteros.

Nacido en Colonia del Sacramento el 18 de enero de 1905, el primer club de Ballesteros fue Miramar Misiones en 1926. Luego pasó a Rampla donde se consagró campeón en 1927. Al empezar el profesionalismo en Uruguay, fichó por Peñarol ganando un tricampeonato. Fue internacional con la Selección de fútbol de Uruguay en 17 encuentros, y además de ser parte del equipo Campeón del Mundo de 1930, consiguió un título sudamericano y una Copa Newton.

Uruguay se coronaría campeón en 1930 luego de vencer a Argentina por 4:2 en la final. Este triunfo junto a los éxitos de los uruguayos en las dos olimpíadas anteriores marcaron una de las mejores épocas del fútbol uruguayo.

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