Isis era la diosa femenina más importante y la más venerada en el antiguo Egipto. Isis tenía autoridad divina sobre la sabiduría, la curación y la protección, tanto en la vida como en el más allá.

Aparece por primera vez durante el Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.) como uno de los principales personajes del mito de Osiris, en el que resucita a su esposo asesinado, el divino rey Osiris, y engendra y protege a su heredero, Horus.

Se creía que ayudaba a los muertos a entrar en la otra vida como había ayudado a Osiris y se la consideraba la madre divina del faraón, a quien se le identificaba con el dios Horus.

Su ayuda materna fue invocada en encantamientos de curación para beneficiar a la gente común. En un principio desempeñó un papel limitado en los rituales reales y en los ritos de los templos egipcios, aunque fue más prominente en los ritos funerarios y en los textos mágicos.

Por lo general, el arte la retrataba como una mujer que lucía en su cabeza un jeroglífico en forma de trono. Durante el Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.), al asumir rasgos que originalmente pertenecían a Hathor, la diosa predominante de épocas anteriores, Isis llegó a ser retratada con el tocado de Hathor: un disco solar entre los cuernos de una vaca.

En el primer milenio antes de Cristo, Osiris e Isis se convirtieron en las deidades egipcias más adoradas, e Isis asumió características de muchas otras diosas.

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