El anemómetro es un instrumento de medición creado para medir la velocidad o fuerza del viento. Durante los años 1200 y 1400 a. C, en la cultura maya, se comenzó a fabricar un aparato parecido a un anemómetro para medir el viento.

Acreditado con elaboración mecánica, el primer anemómetro fue diseñado y construido por el arquitecto y matemático León Batista Alberti, en 1450. Este dispositivo inicialmente consistió en un disco con un péndulo que se movía con el viento, y poseía una escala graduada que medía la fuerza del viento según la inclinación que tomara el disco.

Pasaron los años, y el siguiente en perfeccionar este instrumento fue el reconocido arquitecto Leonardo Da Vinci, tomó el modelo de Battista, eliminó el disco y añadió una pieza de madera que se desplazaba sobre un arco, en cada movimiento se apreciaba la escala del viento. Santorio mejoró el diseño de Da Vinci, cambiando la pieza de madera por palas.

En 1664, Robert Hooke mejoró este equipo y lo patentó. Además, enunció la ley que lleva su nombre, la cual, describe cómo un cuerpo elástico se estira de forma proporcional a la fuerza que se ejerce sobre él

En 1806, Sir Francis Beaufort demostró que con la altura de las olas, el nivel de agitación y la espumosidad, se podía determinar la intensidad del viento (Escala Beaufort).

En 1850, el inventor irlandés Thomas Robinson fue el encargado de realizar el anemómetro de cazoletas. Por lo que patentó el primer anemómetro de cuatro palas.

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