En 1781, una noticia sacudió el mundo científico: un músico había descubierto un nuevo planeta más allá de Saturno. Por primera vez desde la Antigüedad, cuando tan solo se conocían seis planetas, incluyendo la Tierra, el sistema solar se veía ampliado con un nuevo cuerpo celeste, que recibió el nombre de Urano. El realizador de la hazaña era William Herschel (1738), un organista aficionado al estudio del cielo que se convirtió en uno de los mayores astrónomos de todos los tiempos.

Herschel heredó de su padre una notable carrera musical. Tocaba violonchelo, oboe, violín, piano, arpa y órgano y era un excelente artesano que hacía sus propios instrumentos. Gracias a la música, empezó a estudiar la relación entre las matemáticas y la acústica. Luego pasó a la física y llegó a la óptica, hasta encontrar lo que se convertiría en su pasión, la astronomía. A los 35 años leyó su primer libro sobre esa ciencia y se quedó tan fascinado que decidió dedicarse al estudio de las estrellas.

Como las posiciones de los planetas eran bien conocidas, Herschel anunció el descubrimiento de un cometa. Las siguientes observaciones mostraron, sin embargo, que el objeto no era compatible con un cometa. Los matemáticos de la Royal Society concluyeron que Herschel había descubierto un nuevo planeta, el primero no visible a simple vista y más lejano del Sol que Saturno. El hallazgo cambió la percepción del sistema solar: era más grande y podría ocultar planetas aún más alejados.

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