El K-141 Kursk fue un submarino nuclear de la Armada de Rusia, que se hundió con toda su tripulación en una tragedia ocurrida en el mar de Barents el 12 de agosto de 2000.

La flota soviética había experimentado recortes financieros por la falta de fondos en 1990. Muchos submarinos habían sido abandonados para oxidarse. Sin embargo, tras la disolución de la URSS, el fin de la década representó el resurgimiento de la flota.

En agosto de 2000 se realizó el primer ejercicio naval más importante en 10 años y una demostración de que Rusia no había perdido poder. De las maniobras participaron el buque insignia de la flota Pyotr Velikiy, 30 naves y 3 submarinos, entre ellos el Kursk, armado con 18 torpedos y 22 misiles de crucero.

El 12 de agosto, a las 11:28 hora local, en la sala de torpedos una filtración de uno de ellos desencadenó una reacción química y se produjo una explosión.

2 min y 15 s después ocurrió una segunda explosión, mucho más grande, cuando el fuego alcanzó a 7 ojivas de torpedo. La explosión midió 3,5 en la escala de Richter.

Pese a los intentos de rescate hechos por equipos británicos y noruegos, los 118 tripulantes (marineros y oficiales) a bordo del Kursk fallecieron. La investigación posterior constató que algunos marineros habían logrado sobrevivir a las explosiones y se habían refugiado en un compartimento a la espera del rescate.

El Kursk fue reflotado el 8 de octubre de 2001 por un equipo holandés que usó la barcaza Giant4.

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