El hipocausto (en latín hypocaustum, del griego ὑπόκαυστον, de ὑπό-, "debajo", y καυστόν, "quemado") es un sistema de calefacción de un edificio, que produce y hace circular aire caliente por debajo del suelo.

La más antigua referencia conocida a este sistema sugiere que el templo de Éfeso en 350 a. C. se calentaba de esta manera, aunque se le atribuye su invención al ingeniero romano Cayo Sergio Orata en c. 80 a. C.​

Para calentar el edificio, en función de la superficie y la riqueza de sus propietarios, podía haber uno o más hornos donde los gases calientes producidos en la combustión se llevaban por canalizaciones situadas bajo el suelo de las dependencias a calentar. El suelo que debía tener un espesor suficiente para que se pudiese caminar sobre él sin quemarse, se sustentaba sobre pilas, generalmente de ladrillos.

La altura del espacio vacío por el que circulaba el aire era de unos 40 a 60 cm. En el extremo contrario de la entrada de los gases se disponía una chimenea para la evacuación de los gases, cuyo tiro térmico facilitaba su circulación. Se calcula que la temperatura obtenida en las viviendas no pasaba de los 30° C.

Dependiendo del diseño, además de calentar los suelos, se podían calentar las paredes y las bóvedas. Para obtener un calor más intenso y uniforme, se podían integrar en los muros tubos de barro cocido, que daban salida al humo del horno y al aire caliente que circulaba por el hipocausto, proveniente del subsuelo.

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