Una barrica de vino o barril es un recipiente de forma abombada, en general más largo que ancho, ensamblado con aros metálicos (flejes) y con extremos planos (duelas).

Si se piensa detenidamente, quizás la barrica de vino ha sido uno de los inventos que ayudó a la humanidad a solventar un montón de problemas; piénsese en aquellos largos viajes allende los mares; qué hubiera sido de los nuevos descubrimientos de la tierra sin estos envases tan importantes; un producto trabajado a mano desde tiempos inmemoriales, y que pasa, casi inadvertido en la historia de la humanidad.

Son célebres, por ejemplo, el bajorrelieve de Langrés, el monumento de Neumangen y las columnas de Trajano y Aureliano en las que hay toneles representados.

Es fundamental su uso en la historia del vino: en la época de Carlomagno, su empleo ya era generalizado en Europa. En el siglo XV en Jerez, el oficio de la tonelería se desarrolló con gran fuerza por el intercambio comercial con los ingleses, el diseño respondía a la necesidad de desplazamiento, su forma combada permitía el rodamiento, contenía hasta 500 litros.

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