Los helechos son plantas Pteridofitas que se caracterizan porque no producen flores ni semillas, siendo en su mayoría herbáceas, aunque existen algunas especies arborescentes. Son plantas vasculares, lo que significa que presentan tejidos conductores, a diferencia de las Briofitas, como los musgos, que carecen de ellos.

Un helecho típico presenta un tallo denominado rizoma cubierto de escamas y con crecimiento horizontal, del que parten las hojas o frondas, normalmente muy divididas, y que cuando son jóvenes se encuentran enrolladas en espiral con el fin de proteger sus ápices. Como en todos los vegetales, las hojas se encargan de las funciones nutritivas al realizar la fotosíntesis.

En las frondas se forman las esporas, células reproductoras, en el interior de unos órganos llamados esporangios, que muy a menudo se agrupan formando los soros, corpúsculos amarillos, pardos o negruzcos, que se hacen muy patentes durante la primavera por el contraste de color.

Los helechos se encuentran en gran diversidad de ambientes, siendo especialmente abundantes en los bosques de zonas tropicales y templadas, destacando por su gran variedad países como México o Nueva Zelanda.

Se trata de un grupo biológico muy antiguo, pues surge en el periodo Silúrico hace 400 millones de años, alcanzando su máximo desarrollo en el periodo Carbonífero, generando la mayoría de yacimientos de carbón actuales. Se consideran los precursores evolutivos de las más modernas plantas con flor.

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