El flujo piroclástico, también conocido como nubes piroclásticas o ardientes, son uno de los fenómenos más destructivos que se conocen. Son varios los tipos de erupciones volcánicas que pueden dar origen a flujos piroclásticos.

Los flujos piroclásticos bajan por las laderas de los volcanes a velocidades sorprendentes, mismas que se ven incrementadas cuando son producidas por una explosión, o cuando se generan por el colapso de una columna eruptiva.

Es un manto plástico de alta velocidad y temperatura se desplaza sobre cualquier superficie, calcinando todo lo que toca, como si fuera una pequeña explosión nuclear (pero sin radiación).

En estos casos el componente explosivo de estos eventos se suma a la velocidad con la que normalmente un cuerpo baja por la fuerza de gravedad en la pendiente del volcán.

Su naturaleza violenta y su alta energía ocasionan que la vegetación que encuentra a su paso sea arrastrada o sepultada en ocasiones por varios metros de material volcánico. Si un árbol llegara a permanecer en pie, quedaría calcinado y probablemente con fragmentos de roca inrustados en el tronco.

Más información: es.m.wikipedia.org