Desde hace mucho tiempo los humanos usamos las huellas dactilares como forma de identificación, no hay dos personas en el mundo que tengan la misma huella, lo que lo convierte en un rasgo completamente personal y único.

A diferencia de los humanos, esta se encuentra en su nariz. Y pese a que para muchos de nosotros esta es información nueva, en Canadá usan este sistema de identificación de mascotas desde el año 1938, siendo pioneros de este método.

Lo mismo en Estados Unidos, por ejemplo, hace algunos años la empresa ID Systems Integrators creó un sistema llamado “Dognose ID”, en el que dueños de perros toman impresiones de la nariz de su mascota y las envían a la empresa, de modo que estas queden registradas en su base de datos y puedan ser utilizadas para reconocer al animal en caso de que este se pierda.

Hoy en día, las formas más comunes de identificación son el uso de un collar con placa, que incluye el número de contacto del dueño y el nombre del perro, y el uso de un microchip que se implanta bajo la piel de nuestro canino. Sin embargo, pese a ser útiles la mayor parte del tiempo, el collar puede romperse o sacarse fácilmente y el microchip puede caerse o no registrarse, lo que significa que no son métodos completamente seguros.

Es por esto que, a medida que se hace más conocida la utilización de la huella nasal de nuestros peludos, más personas consideran que podría ser la mejor opción para evitar la pérdida definitiva de nuestras mascotas.

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