En el siglo XIX fue posible deducir la temperatura de la superficie del Sol a partir de su brillantez y de la distribución de ésta respecto a la longitud de onda del espectro visible. La capa exterior visible del Sol se llama la fotosfera y tiene una temperatura de 6 000°C (11 000°F) y es por esto que el Sol es amarillo; si su superficie fuera más caliente se vería más azul y si fuera más fría se vería más roja.

La energía solar se crea en el núcleo del Sol. Es aquí donde la temperatura (15 000 000° C; 27 000 000° F) y la presión (340 millardos de veces la presión del aire en la Tierra al nivel del mar) son tan intensas que se llevan a cabo las reacciones nucleares. Estas reacciones causan que núcleos de cuatro protones ó hidrógeno se fundan y formen una partícula alfa ó núcleo de helio.

El Sol presenta una estructura en capas esféricas o en «capas de cebolla». La frontera física y las diferencias químicas entre las distintas capas son difíciles de establecer. Sin embargo, se puede determinar una función física que es diferente para cada una de las capas. En la actualidad, la astrofísica dispone de un modelo de estructura solar que explica satisfactoriamente la mayor parte de los fenómenos observados. Según este modelo, el Sol está formado por: 1) núcleo solar, 2) zona radiante, 3) zona convectiva, 4) fotosfera, 5) cromosfera, 6) corona, 7) manchas solares, 8) granulación y 9) viento solar.

Más información: blogs.20minutos.es