El Curare, es una sustancia pastosa de color parda extraída de diversas especies del género Strychnos toxifera que abundan en la Cuenca del Amazonas. Esta sustancia era utilizada por pueblos indígenas de América del Sur, África, Asia y Oceanía con el que empozoñan untando sus flechas para inmovilizar a sus presas.

Los nativos machacan y cocinan las raíces y tallos, agregándole otras plantas y animales venenosos y los usan para el envenenamiento de sus flechas y virotes. Para elaborar el curare se hierven fragmentos de corteza, raíces, tallos y zarcillos.

Se le añaden agentes catalíticos y se vuelve a hervir hasta convertirlo en un jarabe, que se expone al sol y se deja secar.

La primera referencia escrita que se tiene del curare corresponde a las cartas del historiador y médico italiano Pietro Martire d’Anghiera en 1516, reseñaba el uso de flechas emponzoñadas con curare por los indios.

En 1865, Preyer consiguió la primera forma purificada y cristalizada de curare, a la que denominó curarina.

La principal toxina del curare es la D-tubocurarina. Esta toxina inhibe a los receptores de acetilcolina, un neurotransmisor que se encuentra en las terminaciones neuromusculares y permite que el sistema nervioso “interactúe” con el muscular.

La D-tubocurarina ocupa el lugar donde deberían llegar neurotransmisores como la acetilcolina (en concreto los receptores nicotínicos).

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