Un catafalco es un túmulo o plataforma elevada cuidadosamente adornada que se erige en el interior de los templos o lugares donde se celebran exequias solemnes, y sobre el que se coloca un féretro o ataúd.

Los catafalcos tuvieron su época de máximo esplendor durante el Barroco, cuando se convirtieron en auténticas obras de arte y simbolismo que se elevaban varios metros en el interior de las iglesias.

El uso de grandes catafalcos ya está documentado en la Antigüedad, pero solo se recupera en Europa a partir del siglo XV, siendo Italia el origen de esta recuperación.

Sin embargo, es a finales del siglo XVII, en época barroca, cuando los catafalcos adquieren en Europa proporciones monumentales, siendo además decorados con gran profusión y detalle, por lo que pueden llegar a considerarse ejemplos de arquitectura efímera.

Cayeron en desuso a lo largo del siglo XX, optándose por plataformas mucho más sencillas que meramente sostienen el ataúd.

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