Los libros deuterocanónicos son aquellos que en un primer momento se consideraron dudosos en su autenticidad y que luego fueron incorporados como parte del canon de la Iglesia Católica.

El término "deuterocanónico" está formado por la raíz griega "deutero" (segundo) y "canon" (lista de libros inspirados por la divinidad y normativos de una religión o iglesia). Por lo tanto, el término se aplica a los libros y partes de libros del Antiguo Testamento escrito originalmente en griego agregados a la Biblia cristiana.

Los primeros Padres de la Iglesia consideraron como inspirados y, por lo tanto auténticos, a todos los libros de la Biblia hebrea, que estaban escritos en esa lengua. Pero otros escritos lo estaban en griego, por lo que, se puso en duda su inspiración.

Los libros en cuestión son: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, 1 y 2 Macabeos, los siete últimos capítulos de Ester: 10:4-16:24, y los capítulos de Daniel 3:24-90; 13; 14. Se estima que fueron escritos entre Malaquías y Mateo, es decir, en un momento que, según el historiador judío Flavio Josefo, había cesado por completo la revelación divina.

En el Concilio de Trento (1545 - 1563) fueron incorporados al canon, reafirmando lo que ya había sido aceptado en los Concilios de Roma (382), Hipona (393), Cartago (397 y 419) y Florencia (1442), proporcionando "el primer pronunciamiento infalible y efectivo que se promulgó del canon dirigido a la Iglesia universal".

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