La sal de Epsom, debe su nombre de un manantial salino amargo ubicado en Epsom, Surrey, Inglaterra, no es en realidad una sal, ya que no contiene cloruro de sodio, es un compuesto mineral, el sulfato de magnesio, clasificado como sal hidratada, la apariencia es parecida a la sal común de mesa, pero sus usos son muy diferentes.

La sal de Epsom se ha utilizado desde hace muchos siglos como remedio para un sinnúmero de malestares; su uso ofrece muchos beneficios a la salud, además de que también se emplea con frecuencia en el hogar, la jardinería e incluso en cosmética.

En el cuerpo humano, el magnesio actúa como regulador de la actividad de más de 325 enzimas, reduce la inflamación, ayudar a la función muscular y nerviosa, además de prevenir el endurecimiento de las arterias.

Las bondades de la sal de Epsom se conocen desde hace cientos de años. Los estudios han demostrado que el magnesio también incrementa los niveles de energía y resistencia al estimular la producción de Adenosin Trifosfato (ATP), el cual integra los paquetes de energía que se producen dentro de las células.

A través de varios estudios se ha demostrado que la sal de Epsom puede ayudar a regular los electrolitos en el cuerpo, asegurando con ello el correcto funcionamiento.

El sulfato que contiene la sal de Epsom ayuda a que las células desechen toxinas y metales pesados, lo que alivia dolores musculares y ayuda a que el cuerpo elimine, a su vez, sustancias dañinas.

Más información: wikipedia.org