Las guinguettes, esas terrazas a las orillas de los ríos franceses que servían de esparcimiento y que solían incluir restaurantes y salas de baile. Hoy mantienen la misma función y en Tours son cita obligada cuando el buen tiempo acompaña.

Al fin del siglo XVII, las guinguetas nacieron primero en la región Ile-de-France, para evitar el « octroi », un impuesto antiguo sobre las mercancías entrando en París. Hacia 1860, París se extendió integrando pueblos vecinos de la capital. Por eso, las guinguetas se desplazaron a orillas del Sena y del Marne.

Las guinguetas conocieron una gran expansión durante los siglos XVIII y XIX gracias a la subida del nivel de vida, la generalización del descanso semanal y el desarrollo de los medios de transporte, con el ferrocarril en particular, que permitieron a los parisinos ir a las guinguetas.

Así, además del placer de la mesa y del baile, las guinguetas se convierten en el lugar donde se puede ver, y sobre todo, ser visto.

Al sonido del acordeón, de las risas y del tintineo de las copas, los parisinos experimentan la relajación y el ocio en lugares llenos de encanto, como las guinguetas de los barrios de Belleville, Montrouge y Bercy.

Son habituales en playas y otras zonas turísticas , que suelen tener actividad estacional, pero pueden ser construcciones fijas. Generalmente, la actividad de de zona de playa y turística, se ve reducida en la temporada alta de vacaciones, se obtienen grandes beneficios en un corto espacio de tiempo.

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