Los organismos genéticamente modificados (OGM) son aquellos microorganismos, plantas o animales cuyo material hereditario (ADN) es manipulado mediante técnicas de biotecnología que resultan ajenas a los métodos naturales de multiplicación o de combinación.

A través de la modificación genética es posible, por ejemplo, alterar la expresión de un gen o transferirlo a otro organismo (de la misma especie o de una diferente).

Las técnicas de biotecnología aplicadas se emplean, en mayor medida, en la industria de alimentos (agricultura y ganadería) y en la medicina.

A pesar de ciertos beneficios, existen significativas desventajas en torno a dicha manipulación genética. Entre las principales destacan:

El uso intensivo de los suelos. Los terrenos resultan perjudicados, principalmente por dos cuestiones: la cantidad de residuos tóxicos consecuentes de los herbicidas y de los plaguicidas y la siembra continua que no permite descansar a la tierra para recuperar su materia orgánica y humedad.

La contaminación genética. La introducción de plantas genéticamente modificadas puede perjudicar el medio ambiente y afectar la biodiversidad.

En 1992, científicos de la agencia de gobierno de Estados Unidos “Food and Drug Administration”, responsable de la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos, entre otros, advirtieron que los alimentos genéticamente modificados pueden provocar efectos secundarios impredecibles y difíciles de detectar.

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