La palabra "tortuga" viene del latín tardío tartarūchus que significa "demonio", y este del griego tartaroûchos "habitante del Tártaro o infierno", porque los orientales y los antiguos cristianos creían que este animal, que habita en el cieno, personificaba el mal.

Las tortugas o quelonios forman un orden de reptiles caracterizados por tener un tronco ancho y corto, y un caparazón que protege los órganos internos de su cuerpo.

El sólido caparazón protege sus órganos vitales del que emergen la cabeza, las patas y la cola. Son animales ovíparos que cavan sus nidos en la tierra, donde llevan a cabo la incubación de los huevos.

A lo largo de los siglos, las tortugas se han adaptado a casi todos los ambientes de la superficie terrestre, así como a la vida marítima y de agua dulce. El entorno favorito parece ser el lacustre, ya sea en pequeños pozos, o ríos y lagos extensos.

Cada especie de tortugas es endémica de su ubicación. Además, hay especies típicas de bosques, desiertos, llanuras o en islas volcánicas, como las tortugas galápagos que inspiraron a Charles Darwin, de enorme tamaño.

A pesar de que carecen de dientes, cuentan con un fuerte pico que usan para alimentarse. Además de plantas, también comen insectos, caracoles y lombrices.

Las tortugas pueden ser animales muy longevos, viven entre 50 y 80 años y en algunos casos llegan a los 100. La tortuga más longeva jamás documentada es Harriet, una tortuga de las Galápagos que alcanzó los 175 años.

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