El término tefra, en griego significa "ceniza", alude a un conjunto de tamaños de fragmento (ceniza y lapilli).

La tefra volcánica consiste en una extensa variedad de partículas de roca volcánica, incluyendo cristales de distintos minerales, rocas de todo tipo, piedra pómez, etc.

Se trata de magma que se fragmenta, se expulsa y distribuye por el viento en forma de material suelto (a estos fragmentos, sueltos o compactados, de los que se compone se les denomina, propiamente, piroclastos, que, cuando su tamaño es mínimo, se convierten en ceniza).

En erupciones violentas, la tefra puede ser llevada a las altas capas de la atmósfera siendo transportadas por el viento y depositándose a miles de kilómetros.

La lluvia de tefra constituye el peligro directo de mayor alcance derivado de las erupciones volcánicas; puede provocar casos de enterramientos, formación de una suspensión de partículas de grano fino en el agua y aire; transporte de gases nocivos, ácidos, sales y, en las cercanías, calor, incendios.

Las partículas que están en suspensión pueden entrar a las turbinas de los aviones en vuelo generando detención de los mismos y accidentes.

La tefra seca y no compactada tiene densidades que varían entre 0.4-0.7 g/cm3; la tefra húmeda y compactada alcanza valores de densidad de hasta 1 g/cm3. En el sentido amplio del término, los piroclastos pueden tener tamaños muy variados, desde metros a µm (micrómetros, millonésimas de metro).

Más información: volcanofoundation.org