Se cree que el jabón se inventó hace unos tres mil años. Se han encontrado en la Mesopotamia tablillas de arcilla sumerias que mencionan la mezcla que se obtenía de hervir aceites con potasio, resinas y sal y sobre su uso medicinal.

El jabón se difundió en Europa en el siglo XII. Anteriormente, para lavarse se utilizaba la lejía; también la ropa era lavada con lejía hecha con cenizas y orina. Obviamente se trataba de un producto diferente al que conocemos en la actualidad: la lejía es una disolución acuosa de hipoclorito de metales alcalinos como el sodio o el potasio.

Fue descubierta por el francés Marcellin Berthollet, (1748-1822). En medicina, a finales del siglo XIX, Pasteur descubrió que ciertas bacterias eran el origen de determinadas enfermedades y que podrían ser combatidas por el hipoclorito sódico, por lo que su uso se extendió a los hospitales.

En la Edad Media, las posibilidades de higiene personal eran mejores de lo que se tiende a pensar: las ciudades disponían de baños públicos y en el campo los campesinos se lavaban con cierta regularidad en grandes tinajas. Los dientes se lavaban con un paño de lana y, en ausencia de baños, las necesidades se hacían en urinarios y en espacios abiertos.

Aunque lo cierto es que muchas personas no cambiaban de ropa durante meses, como el rey Jaime VI de Escocia. Como no se cambiaba la ropa era muy común que estuviera plagada de piojos y liendres.

Más información: www.vix.com