Hace milenios, los japoneses rinden culto a las algas, las sirven en la mesa como plato predilecto, las usan para remediar infinidad de dolencias, las esparcen por los campos como fertilizantes y se valen de ellas para vigorizar la piel.

Desde el punto de vista botánico, son del tipo de las talófitas, junto con los hongos, líquenes y bacterias y constituye uno de los grupos de plantas más singulares que existen, diseminadas tanto en aguas saladas como dulces y salobres, en todos los sitios del planeta donde exista humedad.

El agar-agar, junto con la algina, substancias que contienen cierto tipo de algas son ingrediente básico en preparación de cosméticos, jaleas, confituras, licores, fertilizantes para el agro, barnices, pinturas y curtido de cueros.

Francia es además de Japón, uno de los países donde más se ha desarrollado la explotación de algas marinas. Hay viejos grabados mostrando caballos percherones que trajinaban las playas de la Bretaña cargando grandes canastos repletos de algas.

La algoterapia es cada vez más utilizada como auxiliar en el tratamiento de ciertas enfermedades articulares y como beneficioso bálsamo para la piel. Los baños hidromasajeadores con polvo de algas marinas, cuyo contenido en proteínas y minerales benefician sensiblemente el tejido cutáneo.

Por su alto contenido de lípidos, también se obtiene biocombustible.

El oro verde, necesita tres cosas para poder crecer: la luz solar, mucho dióxido de carbono y oligoelementos.

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