Testificar o lo que es lo mismo, agarrarse los testículos con la mano derecha para jurar que se va a decir toda la verdad tal y como hacían los antiguos romanos.

La palabra latina testificare está compuesta por testis (testigo) y facere (hacer). Curiosamente, testículo o testiculus en latín, proviene de la unión de las palabras testis (testigo) y culus, que se usaba como diminutivo. Dicho lo cual, testículos significa literalmente, pequeños testigos.

Se sobreentiende, de la «virilidad». De este modo, agarrarse los pequeños testigos era idéntico a jurar sobre la hombría y el honor (todo muy machote de pelo en pecho), y así acabó derivando en la palabra testificar.

En el Dictionnaire étymologique de la langue Latine de Ernout-Meillet, se nos dice que testigo proviene de una raíz indoeuropea anterior al latín, y que se compondría de tria (tres) y de stare (estar de pie); lo que significa que el testigo es la tercera persona en medio de una disputa de dos.

No existe evidencia ninguna de que los romanos hiciesen ese gesto para dar su palabra, y todo parece venir de una broma de Plauto, un famoso comediante romano de la época que usaba juegos de palabras. Así, el «testis» de testigo lo mezcló con el «testium» de testículo. Tanto éxito tuvo Plauto, Rey del Club de la Comedia de la época, que más 2 000 años después muchos aún siguen presos de esta confusión y han tenido que ser los estudiosos de la lengua los que vengan a decirnos que, en realidad, fue todo una broma.

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