Los animales omnívoros (del latín 'omnivŏrus'; de 'omnis', «todo», y 'vorāre', «comer») son aquellos que se alimentan tanto de animales como de plantas. Son comedores oportunistas y generalistas, que no están específicamente adaptados para comer y digerir ni material vegetal ni carne exclusivamente. Los cerdos son un ejemplo bien conocido de animal omnívoro.​ Los cuervos son otro ejemplo de un omnívoro común.

Aunque hay casos de herbívoros que a veces también comen carne, y casos de carnívoros que comen plantas, esta distinción se refiere a las adaptaciones y fuente primaria de alimento de la especie en general, de modo que estas excepciones no hacen que el ejemplar en concreto o la especie en general sean omnívoros.

Por su parte, el ser humano es omnívoro, y además se encuentra en la parte superior de la cadena alimenticia. Nuestra anatomía está diseñada para disfrutar de una dieta variada. El humano no posee varios estómagos (común en algunos herbívoros), pero sí tiene un sistema digestivo lo suficientemente largo y eficaz para absorber gran parte de los nutrientes de los vegetales.

Por otro lado, poseemos una dentadura mixta que incluye distintos tipos de dientes (incisivos, caninos, premolares y molares) con los que podemos morder, rasgar y triturar carnes. Además, las glándulas salivales, estomacales e intestinales están perfectamente adaptadas para asimilar una dieta variada que incluya los tres grupos de nutrientes básicos (grasas, carbohidratos y proteína).

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