El Edicto de Tesalónica prohibió el arrianismo, la doctrina cristológica según la cual la naturaleza de Cristo era inferior a la del Dios Padre y que negaba, por consiguiente, la consustancialidad formulada en el Concilio de Nicea.

Además del arrianismo, prohibió también los cultos paganos, lo que convirtió al cristianismo en religión oficial del Imperio.

El Edicto de Tesalónica, conocido como Cunctos Populos, fue proclamado el 27 de febrero del año 380 por los emperadores Graciano, Teodosio I y Valentiniano II, que tenía nueve años. La nueva ley reconocía a las sedes episcopales de Roma y Alejandría el primado en cuestiones de teología.

A comienzos del siglo IV, Constantino había logrado que los cristianos saliesen de la clandestinidad y les había otorgado privilegios, lo que les permitió construir diversos templos. Sería en 313 con otro Edicto, esta vez el de Milán, con el que el emperador les había otorgado tanto a los cristianos como a los fieles de cualquier otra confesión asimismo la libertad de culto, consiguiendo así que el paganismo ya no fuese la religión imperante del Imperio.

En contraposición a esto, Constantino, que también fue el primer emperador romano declarado como católico, aunque no se bautizó hasta estar en el lecho de muerte, no tardó en ser partícipe en las disputas que estaban teniendo lugar en el propio corazón de la Iglesia y que darían lugar al famoso Concilio de Nicea, celebrado en 325.

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