La Revolución de Xinhai o la Revolución China de 1911 fue la revuelta nacionalista y republicana surgida en la China Imperial a principios del siglo XX. Derrocó a la última dinastía imperial china, la dinastía Qing, estableciendo en su lugar la República China.

La principal causa detrás del estallido de la Revolución tuvo que ver con las condiciones de miseria y atraso en que vivía la sociedad china, en especial el campesinado, en la sociedad feudal que sostenía a la monarquía en el gobierno.

A esto se viene a sumar la constante intromisión de potencias extranjeras en la política local, imponiendo condiciones que únicamente favorecían sus intereses y concesiones, así como sus privilegios comerciales. Esto se tradujo en numerosos estallidos internos que fueron reprimidos con brutalidad por la aristocracia, lo cual los llevó a operar de manera clandestina y muy organizada.

La explosión de la rebelión se debió a la mala utilización de recursos de parte del gobierno de Beijing, destinados a completar las vías del ferrocarril Hukwang en China central, lo cual desató un inmediato malestar entre la población.

Coincidentemente, se descubrió en el ejército de Wuchang una conspiración sobre la marcha, debido al estallido de una bomba en la ciudad de Hànkou en 1911. Los conspiradores, en vez de entregarse, se resistieron por la fuerza a la autoridad y encendieron así la mecha revolucionaria que se esparció por China, levantándose contra la autoridad de los Qing.

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