"El nacimiento de una nación" de D.W. Griffith es una de las películas más célebres de la historia del cine mudo. Con sus más de tres horas de metraje, la película inauguró una nueva etapa en la historia del cine, la de los largometrajes, lo que le valió al director el apelativo de "el padre del cine moderno".

La película, ambientada durante la Guerra de Secesión norteamericana, de divide en dos partes. En la primera se retrata a los EE. UU. de antes de la guerra civil a través de la contraposición de dos familias enfrentadas. En la segunda se muestran los efectos de la reconstrucción tras la guerra.

David Wark Griffith (1875-1948) fue un director cinematográfico estadounidense. Su bisabuelo fue un terrateniente que participó en la guerra de independencia americana. Su abuelo, un explorador del Oeste que luchó contra los indios. Su padre, un oficial del ejército confederado que combatió en la guerra de Secesión.

Con estos antepasados, no es de extrañar que se convirtiera en lo que fue: un caballero del sur, un hombre marcado por las tradiciones y la forma de vida sureña, con toda la carga de racismo (su familia tuvo esclavos), conservadurismo y resentimiento contra el norte que ello conllevaba.

Su primera película, "Las aventuras de Dollie" (1908), fue un éxito. En las siguientes perfeccionó el oficio descubriendo y utilizando recursos técnicos y narrativos que hoy en día nos parecen normales: el primer plano, el flashback, el montaje alterno y los fundidos.

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