El 21 de diciembre de 1988 un Boeing 747 de Pan American World Airways, que cumplía un vuelo regular de Londres a Nueva York (Vuelo 103), explotó en el aire. Los restos cayeron sobre la ciudad escocesa de Lockerbie. Murieron las 259 personas que viajaban a bordo y 11 personas más en tierra.

La explosión ocurrió 38 minutos después del despegue y fue provocada por un explosivo plástico de entre 340 y 450 gramos colocado en un radiocassette dentro del equipaje del compartimento de carga.

La explosión en la bodega, debajo de la cabina, hizo que toda la parte delantera de la aeronave se desprendiera completamente del resto, causando una caída en vuelo libre por dos minutos antes de chocar con la tierra. El resto del fuselaje despidió pasajeros atados a sus asientos al realizar una espiral antes de estrellarse en las afueras de la ciudad.

Conocido como el «atentado de Lockerbie», se convirtió en el objeto de la mayor investigación criminal británica. Después de tres años de investigación, se acusó del atentado a Abdelbaset al-Megrahi, un agente de la inteligencia libia y jefe de seguridad de las Aerolíneas Árabes Libias (LAA), y Al Amin Khalifa Fhimah, el director de la estación de las LAA en el aeropuerto de Luqa, Malta.

Al-Megrahi fue condenado por asesinato y sentenciado a 27 años de prisión. Fhimah fue absuelto.

En 2002 el gobierno de Libia compensó con unos 10 millones de dólares a cada víctima y en 2003 aceptó formalmente la responsabilidad por el atentado.

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