Durante el reinado de Luis XIV, el rey Sol, Francia incrementó su poder y su influencia por toda Europa. En su palacio de Versalles se recibían embajadas de lugares tan remotos como Siam, Persia… o Issiny (reino situado entre las actuales Ghana y Costa de Marfil). En una recepción con los embajadores del rey Arda de Issiny, le ofrecieron al rey Sol, entre otros muchos presentes, un esclavo pigmeo – otra versión atribuye la llegada del africano a Versalles como un regalo del duque Beaufort al monarca tras uno de sus viajes – Se le apodó Nabo.

El rey decidió regalárselo a su esposa María Teresa de Austria y Borbón, para que le hiciese compañía y amenizase sus veladas. El 16 de noviembre de 1664, tras un complicado parto y un mes antes de lo previsto, la reina daba a luz a su tercer hijo, en este caso una hermosa niña… negra. Ante aquella sorpresa, se reunen el rey, los médicos y el clero para ver qué hacer… el pobre Nabo desaparece misteriosamente, a la reina le dicen que la niña estaba muy débil. A los 48 días se anuncia que la pequeña infanta había fallecido.

Se piensa que la niña fue salvada y que se convirtió en una monja del convento de benedictinas de Moret del que nunca salió. Las múltiples visitas al convento de miembros de la nobleza – incluso se dice que de su hermanastro Luis, el heredero de la corona – y algunos documentos refuerzan esta teoría.

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