El primer papa español Calixto III (1378-1458) tomó trascendentales decisiones, pero la más extravagante y cómica, no sólo de su papado sino incluso de la historia Vaticana, fue la excomunión de un cometa. Calixto III excomulgó al cometa Halley, ese que sólo se deja ver cada (75-76 años), y tuvo la mala suerte de pasar justo en el papado de Calixto III.

Cuando Calixto III llevaba un año en el papado, los astrónomos le advirtieron que había un cometa grande y terrible, con una cola de color amarillo que parecía una llama ondulante. Calixto III asoció el cometa a la ira de Dios, porque los turcos acababan de apoderarse de Constantinopla.

Así que primero excomulgó al cometa, segundo urgió a los príncipes cristianos que se unieran contra los musulmanes y por último ordenó a todos los católicos que rezaran el ángelus a mediodía para hacer desaparecer al cometa o provocar su caída sobre Constantinopla y acabar así con los turcos.

Calixto III inició la revisión del juicio de Juana de Arco, quien había muerto en la hoguera condenada por brujería. La sentencia del primer tribunal fue anulada y, 25 años después de morir, fue proclamada inocente.

El breve pontificado de Calixto III (1455-1458) se caracterizó por el acceso de muchos de sus familiares a altos cargos de la curia papal, lo que atrajo contra los «catalanes» la hostilidad de las familias de la oligarquía romana, entre las que se encontraban los Orsini.

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