El cloro fue el primer agente letal que se empleó. El conglomerado de empresas químicas IG Farben producía cloro como subproducto de la fabricación de tintes. En 1915 el ejército alemán tenía 160 toneladas de cloro repartidas en 5.730 cilindros frente a Langemark, al norte de Ypres, (Bélgica). A las 17:00, con una ligera brisa del este, liberaron el gas, formando una nube verde grisácea que se desplazó hasta las posiciones de las tropas coloniales francesas, las que abandonaron sus trincheras creando una franja vacía de 7 km en las líneas aliadas. Sin embargo, la infantería alemana también temió el contacto con el gas, además de carecer de refuerzos, de manera que no consiguieron aprovechar la retirada enemiga antes de que llegaran refuerzos canadienses y británicos.

El cloro era ineficiente como arma. Producía una nube verdosa claramente visible y un fuerte olor, facilitando su detección. Era soluble en agua, de manera que el sencillo recurso de cubrir la boca y la nariz con un paño húmedo, servía para reducir el impacto del gas.

Los primeros usos de agentes químicos como armas fueron en forma de irritante lacrimógeno, en lugar de venenos letales o incapacitantes. Aunque generalmente se cree que los gases se utilizaron por primera vez en la Primera Guerra Mundial, hay versiones de que los espartanos utilizaron gas sulfuroso en el siglo V a. C.

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