Herculano fue, junto a Pompeya, la otra ciudad que sufrió la catastrófica erupción del volcán Vesubio, que transformó en un páramo una región que hasta entonces había sido una de las más prósperas de la Península Itálica.

El escritor Plinio el Joven fue uno de los espectadores "privilegiados" del acontecimiento ya que se hallaba frente al Vesubio en el lado opuesto del golfo de Nápoles y describió la erupción en una epístola. Su tío, el reputado Plinio el Viejo que comandaba la flota militar en Miseno se embarcó hacia la zona en el momento de la erupción y pereció en la catástrofe.

Los orígenes de la ciudad todavía son inciertos. Su nombre deriva de Hércules, del griego "Herakleion" y del latín "Herculaneum". Los antiguos atribuían su fundación a Hércules. De época griega se ha conservado un tramo de la muralla con sus decumanos y sus cardos.

Herculano era un elegante balneario en la Bahía de Nápoles. La ciudad tenia unas 20 hectáreas y unos 4000 mil habitantes.

El terremoto del 62 dañó los edificios que fueron reconstruirlos por Vespasiano; como recuerda la importante inscripción de la restauración del templo de la Mater Deum. Los trabajos no habían terminado cuando fue sepultada por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79.

La erupción sepulto a Herculano bajo ríos de piroclastos, que se solidificaron a una altura aproximada de 16 m, conservando perfectamente la ciudad. En 1738, por orden del rey Carlos III de España, comenzaron las excavaciones.

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