La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125, conocida también como «Coral», es la última sinfonía completa del compositor alemán Ludwig van Beethoven. Es una de las obras más trascendentales, importantes y populares de la música y el arte.

Lo más asombroso de ella no es únicamente la osadía compositiva de Beethoven, sino que elaboró la partitura cuando ya estaba casi completamente sordo, mucho después, casi veinte años, de que redactara el Testamento de Heiligenstadt, una carta para sus hermanos Kaspar Anton Karl y Nikolaus Johann en la que habla de su desesperación por lo injusto de que sea posible que un músico se quede sordo, algo que le debía de resultar tan insoportable que le empujó a considerar hasta el suicidio. Él, un hombre que pensaba que “la música es una revelación más elevada que toda la sabiduría y la filosofía” del mundo, fue capaz de componer semejante milagro teniendo toda la melodía y el modo en que esta sonaría sólo en su cabeza, puesto que no podía ni pudo oírla nunca, ni siquiera durante su estreno en Viena.

Beethoven no podía oír el estreno, pero lo siguió en una copia de la partitura, imaginando en su mente los sonidos que todos los demás escuchaban. Al final de la ejecución, él todavía estaba enfrascado en su partitura sin poder oír los aplausos. Uno de los solistas le tocó el brazo y le hizo girar para que pudiera ver las manos que aplaudían y los pañuelos que se agitaban en el aire. Entonces el compositor se inclinó y saludó a la audiencia.

Más información: hipertextual.com