Una trinchera es un agujero excavado en la tierra, que sirve para proteger el avance de las tropas. Detrás de las trincheras de primera línea, se encuentran las trincheras cubiertas, que sirven para proteger a las tropas en caso de que el enemigo ataque la primera línea de defensa.

También existen trincheras de apoyo, que cuentan con refugios subterráneos, donde descansan los soldados que no se encuentren luchando. Los suministros, alimentos y tropas de reemplazo son llevados a través de una red de trincheras de reserva y comunicaciones.

La zona que se encuentra entre las trincheras de ambos bandos recibe el nombre de “tierra de nadie”, un territorio muy peligroso, ya que suele estar cubierto de alambrados y se puede pasar a ser un blanco fácil para el enemigo.

El primer desarrollo crítico para la aparición de la guerra de trincheras fue la introducción de los ejércitos de reclutamiento masivo, que aparecieron en la Revolución francesa y en las Guerras Napoleónicas. Anteriormente los ejércitos consistían en un pequeño número de tropas incapaces de defender un amplio territorio durante mucho tiempo. Las batallas o combates eran breves, o degeneraban en Guerras de asedio.

Durante la I Guerra Mundial, según el historiador Paul Fussell, se llegaron a cavar alrededor de 40.000 kilómetros de zanjas, una longitud que nos permitiría dar la vuelta al mundo.

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