El origen etimológico del mismo. En concreto, podemos establecer que deriva del latín, concretamente de la palabra “cenaculum”, que puede traducirse como “comedor”.

La idea de cenáculo alude al sitio donde se desarrolló la última cena que compartieron Jesucristo y sus discípulos. Se trata de un espacio que se encuentra en la ciudad de Jerusalén, donde los apóstoles continuaron reuniéndose tras la resurrección de Cristo según las creencias cristianas.

Más allá del lugar concreto donde se desarrolló la última cena de Jesucristo, en tiempos de los romanos se llamaba cenáculo a la habitación de una vivienda donde la familia se reunía para comer. El cenáculo, en este sentido, era un comedor informal, ubicado por lo general en la planta alta.

La segunda acepción del concepto que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) hace referencia a una reunión de la cual participan pocos individuos, que se juntan por motivos profesionales, ideológicos o de otro tipo.

Por ejemplo: “No tengo intención de caerle bien a los miembros del cenáculo”, “Algún día las investigaciones del cenáculo saldrán a la luz”, “El cenáculo que gobierna a este país nunca pensará en la gente”.

Además de todo lo expuesto, podemos subrayar que dentro del ámbito de la literatura se ha utilizado en más de una ocasión el término para titular las diferentes obras. Un ejemplo de estas es “El cenáculo de la sangre”, escrita por Jesús Paguillo Palacios.

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